Las canciones de Bree Fraser y Roger MacKenzie
Hoy os traigo un post muy especial, para hablar del mundo musical y la historia que rodeaba a Bree Randall/Fraser a finales de los años 60. ¡Os va a encantar! A mi al menos me ha encantado.
Este post invitado es cortesía de Carol, una de las muchas y buenas amigas que he hecho gracias a la serie Outlander, pues es seguidora de la serie y del blog desde el principio de los tiempos. Carol es apasionada del movimiento mod y la música de los 60, y la responsable de que David Navas haya escrito el texto "1968. El año del fuego" que podréis leer a continuación. David, periodista y guionista de televisión, actualmente trabaja como Coordinador de Guión en El Intermedio.
Y lo mejor de todo, Carol ha elaborado una playlist de canciones, todas publicadas en el año 1968, (menos dos, si te animas a averiguar cuáles son, ya me dirás XD) y que nuestra heroína seguramente escuchaba cada dos por tres en la radio. Nos encantaría además, que si tienes alguna sugerencia de canción que quieras añadir a la lista, nos lo hagas saber usando el hashtag #songs4BreeAndRoger. ¿Te animas? Desde luego, ¡lo que no tienes que hacer es perderte la lista! Puedes escucharla mientras lees el post ;)
Yo ya me retiro. ¡Que lo disfrutéis!
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Todas las canciones tienen una historia. Muchas historias, una canción. También la Historia genera canciones. Así tenemos un feedback continuo entre música, poemas e Historia, y es que muchas de las canciones que escuchamos son viajes de ida y vuelta a través del tiempo. Casi, casi, como Outlander. De esas historias que tejen la otra Historia, escrita en mayúsculas, empecé a preguntarme cuáles eran las canciones que escuchaba Brianna Fraser. Universitaria, joven e independiente, ¿cuál es tu canción, Bree?
Brianna, irremediablemente, lleva a Roger, el músico e historiador. Otra vez Historia y Música unidas. Así que, junto con las canciones que ya salen en el 1968 que muestra Outlander, rebusqué aquellas que forman parte de un periodo, y que, sin duda, hubieran escuchado Bree y Roger. Además, son canciones parte de mi vida y de mi historia. Muchas de ellas, las he bailado y escuchado mil veces en allnighters, en bares y festivales, es el caso de “The snake” o “With a girl like you”; a otras vuelvo de cuando en cuando por estados emocionales, es el caso “The way that young lovers do”. Todas están ahí por un motivo, este ya, de mi propia historia, unida, como no, a Outlander.
Pero, ¿cómo era el mundo hace 50 años? Que pasaba entre la Historia y la Música entonces. De esa pregunta sale el siguiente texto, “1968. El año del fuego”, escrito por mi compañero. Ahora sólo queda bailar entre las piedras…….
Ardió Paris. Ardió Praga. Ardió Chicago y Ciudad de México, Milán y San Francisco. En 1968, un nuevo mundo quería nacer sobre las cenizas del viejo.
En las universidades francesas se prohibía prohibir, en las factorías del norte de Italia se llamaba a la revolución y en Checoslovaquia estallaba la primavera de la libertad. Durante unos meses, el orden establecido, con todas sus certezas y seguridades, parecía hacerse añicos ante el ascenso de una nueva fuerza: los jóvenes.
Los hijos de los que hicieron la II Guerra Mundial ya no querían ser como sus padres. No se sentaban a esperar resignadamente el tránsito a la edad adulta. Ahora tenían dinero, tiempo libre, su propia ropa, su propio lenguaje, y por primera vez, incluso su propia música.
Porque en 1968 también ardían los estudios de grabación, las guitarras y los amplificadores. Los Beach Boys, con Pet Sounds, y los Beatles con Revolver y Sargent Pepper’s, habían abierto la puerta un par de años antes a todo un mundo de nuevos sonidos, colores y formas. Y por esa puerta se coló la Psicodelia, los Zombies, Love, los Byrds y hasta la guitarra enajenada de Jimi Hendrix.
Ardían las calles de Detroit, entre ruido de helicópteros y disparos de la policía, mientras los artistas negros demostraban su poderío vocal e instrumental con temas cada vez más largos, complejos, y radicales.
Ardía Vietnam bajo toneladas de bombas y Napalm, y la onda expansiva llegaba hasta las universidades de California, donde Jefferson Airplane, Buffalo Springfield o Crosby, Stills, Nash and Young ponían melodía al sinsentido de aquella guerra.
Otros, siguiendo la estela de Dylan, preferían arrimarse a hogueras más antiguas. En Gran Bretaña, Fairport Convention, Donovan, Richard Thompson o la Incredible String Band se lanzaban a la búsqueda de melodías ancestrales usando instrumentos y armonías salidas de la noche de los tiempos.
Tras la primavera de la Revolución, las lluvias del otoño apagaron el incendio. En Praga, las cadenas de los tanques rusos aplastaban la revuelta. En Francia, los estudiantes habían dejado de buscar la playa bajo los adoquines para encontrarla en la Costa Azul.
Los Beatles acabaron separándose entre miradas torvas y Brian Wilson, como muchos otros en aquella California dorada, se perdía en las nieblas de su propia mente.
El mundo nuevo acabó pareciéndose más a un enorme centro comercial que a la soñada utopía libertaria. Y los hijos del 68 sustituyeron el objetivo de hacer el amor y no la guerra por otro más asequible: hacer dinero.
Pero el fuego siempre deja rescoldos, y en las canciones del 68 sigue ardiendo la llama. Aquella música finalmente no fue la antorcha que guiara hacia un mundo mejor, pero, al menos, cada vez que suenan esas guitarras y esas voces, recibimos un poco de calor los que vivimos en éste.
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Si queréis seguir leyendo sobre música y Outlander, os recomiendo:
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Este post invitado es cortesía de Carol, una de las muchas y buenas amigas que he hecho gracias a la serie Outlander, pues es seguidora de la serie y del blog desde el principio de los tiempos. Carol es apasionada del movimiento mod y la música de los 60, y la responsable de que David Navas haya escrito el texto "1968. El año del fuego" que podréis leer a continuación. David, periodista y guionista de televisión, actualmente trabaja como Coordinador de Guión en El Intermedio.
Y lo mejor de todo, Carol ha elaborado una playlist de canciones, todas publicadas en el año 1968, (menos dos, si te animas a averiguar cuáles son, ya me dirás XD) y que nuestra heroína seguramente escuchaba cada dos por tres en la radio. Nos encantaría además, que si tienes alguna sugerencia de canción que quieras añadir a la lista, nos lo hagas saber usando el hashtag #songs4BreeAndRoger. ¿Te animas? Desde luego, ¡lo que no tienes que hacer es perderte la lista! Puedes escucharla mientras lees el post ;)
Yo ya me retiro. ¡Que lo disfrutéis!
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Todas las canciones tienen una historia. Muchas historias, una canción. También la Historia genera canciones. Así tenemos un feedback continuo entre música, poemas e Historia, y es que muchas de las canciones que escuchamos son viajes de ida y vuelta a través del tiempo. Casi, casi, como Outlander. De esas historias que tejen la otra Historia, escrita en mayúsculas, empecé a preguntarme cuáles eran las canciones que escuchaba Brianna Fraser. Universitaria, joven e independiente, ¿cuál es tu canción, Bree?
Bree y Roger bailando en la cuarta temporada de Outlander - vía Farfarawaysite |
Brianna, irremediablemente, lleva a Roger, el músico e historiador. Otra vez Historia y Música unidas. Así que, junto con las canciones que ya salen en el 1968 que muestra Outlander, rebusqué aquellas que forman parte de un periodo, y que, sin duda, hubieran escuchado Bree y Roger. Además, son canciones parte de mi vida y de mi historia. Muchas de ellas, las he bailado y escuchado mil veces en allnighters, en bares y festivales, es el caso de “The snake” o “With a girl like you”; a otras vuelvo de cuando en cuando por estados emocionales, es el caso “The way that young lovers do”. Todas están ahí por un motivo, este ya, de mi propia historia, unida, como no, a Outlander.
Pero, ¿cómo era el mundo hace 50 años? Que pasaba entre la Historia y la Música entonces. De esa pregunta sale el siguiente texto, “1968. El año del fuego”, escrito por mi compañero. Ahora sólo queda bailar entre las piedras…….
1968. El año del fuego. Canciones para Bree y Roger
En las universidades francesas se prohibía prohibir, en las factorías del norte de Italia se llamaba a la revolución y en Checoslovaquia estallaba la primavera de la libertad. Durante unos meses, el orden establecido, con todas sus certezas y seguridades, parecía hacerse añicos ante el ascenso de una nueva fuerza: los jóvenes.
Los hijos de los que hicieron la II Guerra Mundial ya no querían ser como sus padres. No se sentaban a esperar resignadamente el tránsito a la edad adulta. Ahora tenían dinero, tiempo libre, su propia ropa, su propio lenguaje, y por primera vez, incluso su propia música.
Porque en 1968 también ardían los estudios de grabación, las guitarras y los amplificadores. Los Beach Boys, con Pet Sounds, y los Beatles con Revolver y Sargent Pepper’s, habían abierto la puerta un par de años antes a todo un mundo de nuevos sonidos, colores y formas. Y por esa puerta se coló la Psicodelia, los Zombies, Love, los Byrds y hasta la guitarra enajenada de Jimi Hendrix.
Ardían las calles de Detroit, entre ruido de helicópteros y disparos de la policía, mientras los artistas negros demostraban su poderío vocal e instrumental con temas cada vez más largos, complejos, y radicales.
Ardía Vietnam bajo toneladas de bombas y Napalm, y la onda expansiva llegaba hasta las universidades de California, donde Jefferson Airplane, Buffalo Springfield o Crosby, Stills, Nash and Young ponían melodía al sinsentido de aquella guerra.
Otros, siguiendo la estela de Dylan, preferían arrimarse a hogueras más antiguas. En Gran Bretaña, Fairport Convention, Donovan, Richard Thompson o la Incredible String Band se lanzaban a la búsqueda de melodías ancestrales usando instrumentos y armonías salidas de la noche de los tiempos.
Tras la primavera de la Revolución, las lluvias del otoño apagaron el incendio. En Praga, las cadenas de los tanques rusos aplastaban la revuelta. En Francia, los estudiantes habían dejado de buscar la playa bajo los adoquines para encontrarla en la Costa Azul.
Los Beatles acabaron separándose entre miradas torvas y Brian Wilson, como muchos otros en aquella California dorada, se perdía en las nieblas de su propia mente.
El mundo nuevo acabó pareciéndose más a un enorme centro comercial que a la soñada utopía libertaria. Y los hijos del 68 sustituyeron el objetivo de hacer el amor y no la guerra por otro más asequible: hacer dinero.
Pero el fuego siempre deja rescoldos, y en las canciones del 68 sigue ardiendo la llama. Aquella música finalmente no fue la antorcha que guiara hacia un mundo mejor, pero, al menos, cada vez que suenan esas guitarras y esas voces, recibimos un poco de calor los que vivimos en éste.
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- Bear McCreary habla sobre la música de Outlander en la primera temporada.
- Bear nos hace un relato apasionante sobre la música de la segunda temporada de Outlander.
- McCreary nos adentra en la música para los episodios que Jamie y Claire pasan en París.
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